Cuba : ilusión de una libertad más grande

Clementine Brault- traduit par Cécile Duperron
16 Février 2013



La isla cubana está desde hace siete años dominada por el poder comunista de Raúl Castro, hermano del gran revolucionario Fidel Castro. La línea directiva de su política no siempre se emparenta a un respeto de las libertades fundamentales. Por cierto, el número de disidentes arrestados por la policía cubana aumentó desde la llegada a la presidencia de Raúl Castro. A pesar de las represiones organizadas por el gobierno, los oponentes políticos no paran de reivindicar su libertad.


PHOTO RAMON ESPINOSA, ARCHIVES AP
PHOTO RAMON ESPINOSA, ARCHIVES AP
Desde el 28 de enero, una nueva reforma apareció en el área pública: hoy en día es posible salir del país para todos los ciudadanos cubanos mayores de edad y equipados de un pasaporte válido, para una duración máxima de 24 meses. Con respecto a las personas menores de edad, pueden también irse del país con la autorización de sus padres o representantes legales.
Hasta esta fecha simbólica, sólo los titulares de la “carta blanca” (prueba de una autorización otorgada por el gobierno) tenían este derecho. Por otra parte, tenían que presentar una carta de invitación del extranjero, con el fin de poder irse del territorio para una duración máxima de once meses. Por supuesto, la “carta blanca” sólo estaba accesible a los privilegiados. Para los demás, sólo un verdadero periplo clandestino existía. Numerosos Cubanos corrieron este riesgo, esperando encontrar un futuro mejor, en la mayoría de los casos sobre el continente americano.

Con esta nueva reforma migratoria, los Cubanos finalmente pueden salir del país legalmente, sin riesgos ni miedo. Lo mismo ocurre con las personas que habían emigrado ilegalmente a Estados Unidos: medidas adicionales normalizan su entrada temporal, bajo la condición que hayan pasado 8 años: eso aparece como una mano tendida hacia los 2 millones de Cubanos que viven al extranjero. Por otra parte, los Estados Unidos sostienen esta decisión que aparece para ellos coherente “con la Declaración universal de los derechos humano que estipula que todo el mundo debe tener el derecho a irse de cualquier país – incluso el suyo – y a poder regresar, a poder ir y venir”.

El anuncio de esta medida provoca un entusiasmo popular dentro de la isla. Una esperanza de libertad e igualdad aparece, ¿pero cual será su precio? ¿Qué pasará con los disidentes políticos? La cuestión queda abierta. Pero sin embargo podemos imaginar que la mayoría de ellos no podrán beneficiar de esta ventaja. El gobierno tiene como voluntad reconciliarse con su política de emigración, sin por lo tanto ceder a la presión popular.
Otros observadores sospechan el régimen cubano de proponer esta reforma con el propósito de mejorar sus relaciones con el exterior y así integrarse más al mercado mundial. Con esta oferta de libertad, Cuba muestra una política a favor de la Declaración universal de los Derechos Humanos, lo que sólo puede gustar a los países que de reivindican como democráticos. Es especialmente el caso de los Estados Unidos, uno de los países más desarrollados del mundo, basado sobre un liberalismo desmesurado. Mejorar sus relaciones con esta tierra prometida aparece así, desde el punto de vista estratégico, beneficioso para la isla y su futuro.

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